¿Cómo tener dinero para invertir?

Una de las principales excusas que suelo escuchar para no ahorrar e invertir es que no se dispone de dinero para invertir: el dinero no nos alcanza. Pero para la gran mayoría el problema no es que el dinero no alcance, sino que toman decisiones que terminan teniendo esto como resultado.

 

 

Muchas veces la gente me dice que empezarán a ahorrar cuando tengan más dinero. Es que se suele ver pensar que invertir es para ricos. ¿Y qué significa ser rico? Bueno, la riqueza generalmente se mide por el patrimonio neto, que es el activo total menos todas las deudas. Pero hay una medida alternativa, que es asignar nuestra riqueza a los fines para los que sirve.

¿Para qué fines? Dos me vienen a la mente: riqueza física y riqueza social.

Comencemos con la riqueza física. Estamos hablando de la capacidad de una familia para mantener las comodidades físicas básicas, como disfrutar de una comida decente, un hogar confortable, un auto confiable y acceso a una buena atención médica.

No tenés que ser millonario para permitirte estos objetivos. Por lo general, un ingreso de clase media baja es suficiente. ¿Cómo medís tu riqueza física? Pensá en cuánto tiempo podrías mantener estas comodidades sin trabajar. Durante tu carrera laboral, puede ser cuestión de meses o años. Si estás jubilado, será, crucemos los dedos, el resto de tu vida.

Mientras tanto, la riqueza social se relaciona con los placeres mentales. Se trata de ego y entretenimiento.
Hace referencia a nuestro poder adquisitivo en relación con el resto de la sociedad: un juego de suma cero.
La riqueza social a menudo se muestra a través de símbolos de status. Los humanos somos criaturas competitivas que disfrutamos del reconocimiento. Después de todo, ¿un adulto que conduce un automóvil de lujo es muy diferente de los adolescentes que flexionan sus músculos en la playa?

A diferencia de la riqueza física, la riqueza social puede ser costosa, ya que requiere un ingreso de seis o siete cifras para comprar casas de ensueño, autos de lujo, viajes exóticos, etc. Para un nuevo jubilado, puede requerir un patrimonio neto de más de USD 2 millones.

La diferenciación de la riqueza física de la social puede afectar nuestras decisiones sobre el gasto actual. Junto con la financiación de las necesidades físicas básicas, todos nos entregamos al “gasto social”, ya sea que podamos pagarlo o no.

¿Cómo podemos saber si estamos participando en un gasto social pesado? Dos pruebas simples pueden ayudarlo a analizar su propio grado de gasto social.

Test No. 1: ¿Has pagado $5.000.000 o más por tu auto? Un plus del 50% por encima del auto promedio (no olvides de ajustar el precio por inflación para no engañarte a vos mismo).

Test No. 2: ¿Cuántas habitaciones en tu casa son utilizadas todos los días? Dividí ese número por el total de habitaciones de tu casa. ¿El resultado es 50% o menos?

Un “sí” a ambas preguntas te coloca en la tierra del exceso y el ego. Dentro de lo razonable, no hay nada malo con el gasto social. Es un deporte que todos quieren jugar, pero requiere una evaluación personal de riesgos.

Si la riqueza física es obligatoria, la riqueza social es discrecional. Una compensación básica: ¿hasta qué punto pondrás en riesgo tu seguridad física para que puedas mostrar la riqueza social?

Aquellos que son financieramente conservadores pueden evitar gastos sociales significativos hasta que tengan suficiente riqueza física escondida para cubrir el resto de su vida. Aquellos que son más agresivos pueden incurrir en grandes gastos para aparecer en una clase social más alta de lo que pueden permitirse actualmente. Si bien estas imágenes pueden poner en peligro la futura comodidad física, es un pasatiempo popular.

 

¿Y en las inversiones?

La manera en que miras a la riqueza física frente a la social también podría impulsar la gestión de tus inversiones.
Tu “cartera física” podría tener suficiente dinero para mantener la comodidad física básica sin trabajar durante el período de tiempo que desees. Una persona de 30 años puede optar por conservar solo un año de riqueza física, mientras que una persona de 60 años podría buscar proteger 10 años o más. Esto podría llamarse “evaluar tu tolerancia al riesgo”.

La cartera física se invierte en cosas aburridas y seguras, como fondos de money market, simplemente la compra de dólares o bonos a corto plazo de empresas sólidas y reconocidas. Cualquier monto por el cual las ganancias después de impuestos de estos activos más seguros caen por debajo de la inflación es, en efecto, una prima de seguro que pagás para proteger el dinero involucrado.

Tu “cartera social” puede ser como Las Vegas, sin necesidad de un boleto de avión de regreso. Al ser discrecional, podés optar por comprar inversiones arriesgadas, del tipo que pueden vencer a la inflación, pero a riesgo de grandes pérdidas periódicas. La idea es ajustar este gasto social al rendimiento de tus inversiones, es decir, sólo comprar lo que podés pagar y no al revés, que es gastar con tarjeta de crédito y después ver cómo lo vas a pagar. De esa manera, tenés un descuento ya que, en vez de pagar intereses, obtenés un rendimiento por lo que terminás comprando todo más barato.

Darse gustos es posible, sólo requiere de tiempo y planificación. Un asesor profesional puede ayudarte a armar un plan de inversión que te permita lograr esos objetivos.

 

Ya sea gastando o invirtiendo, solo vos podés decidir cómo equilibrar mejor tu riqueza física y social. Básicamente es otra versión del continuo miedo a la codicia. ¿Cuál es tu posición? Para obtener la respuesta, intentá asignar valores monetarios a tus deseos y necesidades físicas y sociales.

 

 

Matías Daghero

 

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