La semana pasada fueron anunciadas las nuevas líneas de créditos hipotecarios a 30 años ajustables por la Unidad de Valor Adquisitivo (UVA), que estarán disponibles oficialmente a partir del 7 de abril próximo. Funcionarios del Banco Nación y del Banco Provincia de Buenos Aires dieron algunas precisiones en torno a los mismos.
Por el lado del Banco Nación, Javier Gonzalez Fraga anunció que la línea a 30 años tendrá, para un préstamo de $1.000.000, una cuota de $4.600 más la alícuota de Ingresos Brutos que corresponda a cada jurisdicción provincial. Para poder acceder a este préstamo, se deberán acreditar ingresos del grupo familiar por $18.500 y la tasa de interés será del 3,5% para quienes tengan su cuenta sueldo en el banco y del 4% para quienes no, más la indexación por UVA.
En el caso de los préstamos hipotecario UVA a 30 años del Bapro, para un monto de $1.000.000 la cuota será de $5.931 finales y requerirá un ingreso de $20.000. Una característica importante en este caso es que se elimina la restricción de que se trate de una vivienda única.
Pero la pregunta que se hacen muchas familias está en torno a la conveniencia de sacar los mismos. Es que, si bien las cuotas suenan atractivas, la existencia de una cláusula de ajuste por inflación es algo que siembra incertidumbre en un país en el que los antecedentes en materia inflacionaria son moneda corriente.
En este sentido, los créditos hipotecarios UVA (no sólo para los de 30 años sino para todos sus plazos) incluyen una cláusula que establece que frente a un aumento de la inflación que se encuentre 10 puntos por encima de la suba del coeficiente de variación salarial se podrá extender un 25% el plazo original. Sin embargo, de presentarse este escenario, la cláusula ayudará a que la cuota no se dispare tornándose impagable, pero de todas maneras incrementará el monto total pagado ya que se estarán pagando intereses por un tiempo mayor.
La realidad es que es muy difícil otorgar créditos a largo plazo en contextos de elevada inflación. Aquí radica la madre de todas las batallas.
Si miramos casos exitosos como el de Chile a través de sus Unidades de Fomento, los mismos se dieron en un contexto de una inflación claramente decreciente y en niveles muy inferiores a los que nos encontramos en la Argentina en estos momentos (niveles de un dígito).
En este sentido, creo que cada familia debe analizar su caso particular al momento de tomar la decisión de sacar el crédito hipotecario. Para aquellos urgidos por dejar de alquilar y comprar la vivienda propia, los créditos UVA en medio de un contexto altamente inflacionario como el actual podrían no ser aún los más convenientes. Es importante que la herramienta exista, siempre tener más opciones para elegir es mejor, pero quizás aún los créditos UVA no son convenientes en la mayoría de los casos.
Si se espera que la batalla por bajar la inflación estará presente en los próximos años, el crédito del Banco Nación con tasa fija del 14% para los primeros tres años es el más conveniente. Claro está que en este caso los ingresos necesarios del grupo familiar son más elevados, al igual que la cuota. Asimismo, en caso de que la inflación ceda en estos años, siempre se tendrá la posibilidad de cancelar el mismo mediante la obtención de un crédito UVA, pero sin haber corrido el riesgo de que una disparada de la inflación aumente fuertemente el capital.
Sin embargo, la medida más prudente pareciera ser no embarcarse aún en la compra de la vivienda en este contexto sino esperar a que la inflación ceda más fuertemente. De cumplirse las metas del BCRA, los niveles para 2019 de entre 3,5 y 6,5% de inflación parecen mucho más coherentes con un financiamiento a largo plazo. En el mientras tanto, estas familias que tienen una capacidad de ahorro pero que no disponen del capital suficiente para la compra de la vivienda pueden ver la forma de invertir sus ahorros para que los mismos no pierdan valor e incrementen el monto en el futuro de la entrega a realizar, reduciendo el monto pedido y la cuota futura. En este sentido, instrumentos como los plazos fijos ajustables por UVA o bonos que ajustan por CER son una interesante herramienta para no perderle pisada a la inflación.
La decisión de la compra de la vivienda propia es para la mayoría de las personas una de las decisiones financieras más importantes de su vida (sino la más importante). Esperar un par de años y no tomar una decisión apresurada que lo acompañará por el resto de su vida parecería ser una medida prudente.
Nota Publicada por El Economista – 27/03/2017