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Matias
jueves, 09 marzo 2017 / Publicado en Prensa

¿Ha servido el capitalismo para disminuir la pobreza?

El enfoque mayoritario que siempre se hace respecto a los efectos del capitalismo hace mención a la desigualdad entre los niveles de riqueza de la población que ha generado. Incluso un par de meses atrás fue ampliamente difundido un informe de la organización Oxfam en el que se mencionaba que los ocho hombres más ricos del planeta acumulan más riqueza que la mitad de la población del mundo más pobre, unos 3.600 millones de personas.

Si bien estas cifras son ciertas, quizás mirando sólo esto no se pueda evaluar de manera correcta el capitalismo. Es que, a primera vista, se parte de un enfoque de escasez que está siendo puesto en tela de juicio por varias corrientes económicas hoy en día. Si la riqueza es una sola, esto es un juego de suma cero donde lo que no tienen unos lo tienen otros. ¿Pero es esto realmente así? ¿Dónde estaba la riqueza de Bill Gates antes de que creara Microsoft y nos hiciera la vida mucho más fácil a gran parte de la población mundial? ¿A quién se la arrebató? O cambiando la pregunta. Si Bill Gates no hubiera creado Microsoft, ¿eso haría que hoy más personas tengan una riqueza mayor?

Más allá de valoraciones morales y charlas de café que puedan darse en torno a esto, los números que evalúan si el capitalismo ha mejorado la vida de las personas en el mundo son contundentes. Estadísticas de Bourguignon y Morrison (1820-2002) y el Banco Mundial (2002-2015) muestran como ha caído la pobreza de una manera increíble en los últimos 200 años de historia. Considerando como pobreza extrema a aquellas personas que perciben menos de U$S 1,90 por día (ajustando estos números por la inflación de los distintos países a lo largo del tiempo), en el gráfico a continuación se puede ver como la población bajo la línea de pobreza paso de casi la totalidad de las personas en 1820 a menos del 10% en 2015.

Pero lo que resulta también sorprendente es que esto se dio en medio de un contexto de amplio crecimiento de la población, lo que hace que aún más personas hayan podido salir de encontrarse por debajo de la línea de la pobreza.

Comprender que la riqueza no se distribuye, sino que se multiplica es un enfoque clave. Hace unos años se sostenía que el petróleo se iba a acabar, hoy no se sabe cómo hacer para que su precio no caiga fruto de la sobreoferta. Las circunstancias cambian. A lo largo de la historia de la humanidad la pobreza es la regla, no la excepción. Basta con pensar en la situación de vida de las poblaciones en la Edad Media, donde sólo la realeza tenía condiciones de vida que ni siquiera se aproximan a lo que tenemos hoy. Las innovaciones tecnológicas y creación de valor que efectúan las personas más ricas de este mundo hacen nuestra vida más fácil y de una mejor calidad. Y por esta contribución es que obtienen su beneficio, para poder seguir multiplicando la riqueza. Obviamente que existen personas que hacen riqueza a costa de robarle a otros, pero esto es la excepción y no la regla (salvo que nos refiramos a políticos).

Como sociedad es importante que dejemos de pensar a la riqueza como una torta a distribuir entre los empresarios y la clase obrera, entre el Estado y las empresas, y empecemos a pensar en cómo hacer para generar más valor para que todos podamos vivir mejor y la pobreza deje de ser un número estigmatizante, como llegó a decir un exministro de economía. Y para ver el efecto que esto genera no hace falta irse tan lejos. Incluso en nuestro mismo país podemos encontrar el caso de pequeñas poblaciones que dieron paso a ciudades fruto de la creación de riqueza como es el caso de Arcor, o lo que está empezando a suceder en Vaca Muerta con YPF.

Nota Publicada en El Economista – 09/03/17

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