A pesar del sentimiento general de que el dólar se encuentra atrasado en la Argentina, la divisa norteamericana no detiene su caída y ya acumula una caída del 2% en lo que llevamos del año. Ampliando aún más el horizonte, vemos que la caída lo ha llevado a ostentar casi los mismos valores que tenía a finales de febrero del año pasado. Y esto hace que quienes han atesorado dólares sin ningún tipo de colocación en el mercado financiero hayan perdido gran parte de su capital fruto de la fuerte inflación que hemos tenido en este año.
Más allá de discusiones respecto a si es un tipo de cambio competitivo para la industria (o de si es el tipo de cambio la única herramienta para volverla competitiva), quizás el mayor error que se comete por estos días es centrar el análisis del valor del peso sólo comparándolo contra la divisa norteamericana.
En primer término, la moneda de un país termina reflejando el desempeño de un país en última instancia. Así, por ejemplo, monedas de economías con fuerte inflación y recesión económica como el bolívar venezolano han sufrido grandes caídas en los últimos años. Como contrapartida, países que han tenido crecimiento y prosperidad económica como Perú y Colombia han visto un fortalecimiento de sus monedas. En ese sentido, la situación de la Argentina dista de ser la ideal, pero es claro que las perspectivas de crecimiento y desarrollo a futuro tanto de economistas como de grandes inversores es mejor de lo que era hace un par de años, algo que termina impactando en su cotización. El hecho de que este año se cortaría con una seguidilla de años de recesión e inflación mayor al 25% que viene ahogando a la Argentina en el último lustro es algo que ya está jugando su parte.
En segundo lugar, los argentinos tenemos una obsesión por el dólar única en el mundo, que a veces nos hace enceguecernos respecto a lo que pasa con el resto de las divisas. No por nada Argentina es el segundo país con mayor cantidad de dólares físicos en el mundo fuera de los Estados Unidos. Pero si ampliamos un poco nuestra visión, veremos que lo que está pasando con nuestra moneda no es algo que solamente pase con la Argentina. En la siguiente tabla podemos observar el desempeño que han tenido distintas monedas latinoamericanas (como para utilizar países medianamente comparables y no europeos o asiáticos) contra el dólar estadounidense en lo que llevamos de 2017:
Como se observa, la divisa de la región que más se ha fortalecido es el real brasilero. Esta es una muy buena noticia para la Argentina ya que se trata, junto con China, de uno de los principales destinos de nuestras exportaciones. Mirado desde la perspectiva industrial, es mucho más importante la cotización del real que la del dólar. Más allá de esto, lo más importante sería que la economía brasilera logre abandonar la terrible recesión en la que se ha encontrado sumida y que tan importante es para la industria argentina. Incluso si medimos la participación relativa, es más importante para nuestra industria que se recupere la economía brasilera que la argentina (aunque obviamente tendría como consecuencia esto).
En segundo lugar, entre las monedas más apreciadas latinoamericanas encontramos al peso chileno. Aquí encontramos otro factor que explica el fuerte aluvión de turistas argentinos a la “Miami latinoamericana” (además del impacto impositivo en los precios finales de los productos).
Continuando con la lista encontramos al tan comentado por estos días Peso Mexicano que, luego de la fuerte caída por el triunfo de Donald Trump y su retórica sobre el muro y políticas arancelarias que perjudicarían a México, viene recuperándose a paso firme.
La lista sigue con otros países, pero el dato destacable es que medido en términos relativos contra sus pares latinoamericanos vemos que el Peso Argentino si ha venido cayendo en este 2017, a contramano de lo que sucede si la comparación se efectúa contra el dólar.
Es cierto que la inflación en Argentina es mayor a la del resto de Latinoamérica (con la excepción de Venezuela), pero aún si incluyéramos este factor en el análisis el Peso Argentino continuaría depreciándose en términos reales contra los pares de la región (y no así frente al dólar).
Por lo expuesto, el atraso cambiario que venimos experimentando contra el dólar no lo es frente al resto de los países de la región y este nuevo orden pareciera haber llegado para quedarse por lo que deberá ser tenido en cuenta en las planificaciones y presupuestos de las empresas como así también en las decisiones de inversión de los ahorristas.
Nota Publicada por El Economista – 23/02/2017