Luego de años de no haber emitido deuda a tasa fija en pesos (una inflación elevada que hacía a los inversores abandonar rápidamente la moneda argentina en sus portafolios como principal motivo), el Ministerio de Hacienda pudo en este 2016 aprovechar el furor que generaron las Lebacs durante gran parte del año para realizar la emisión de algunos bonos a tasa fija con vencimiento de los mismos en 2018, 2021, 2023 y 2026.
El más largo de estos bonos, el TO26 con vencimiento en octubre del año 2026, podría utilizarse como muestra del romance entre el gobierno de Cambiemos y el mercado financiero durante gran parte de este año. Es que en un país en donde la inflación ha sido como mínimo de más del 20% anual promedio en el último lustro, que los inversores (en el caso particular de este bono mayormente internacionales) estuviesen dispuestos a prestarle dinero al gobierno a tasa fija en pesos del 15,5% a 10 años habla a las claras del fuerte entusiasmo y confianza respecto a un futuro distinto para la economía de nuestro país y que todos estamos esperando que se concrete.
Pero luego de la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos de América el contexto internacional cambió. Las tasas de interés en el mundo subieron y el dólar continuó con mayor velocidad su fuerte apreciación contra el resto de las monedas globales, impactando no sólo en las monedas de Latinoamérica (peso mexicano como la más afectada, pero el peso argentino siguiéndola en el ránking) sino también en la de países desarrollados como la libra esterlina, el yen e incluso llevando al euro a un paso de quedar en paridad con el dólar.
Ante este nuevo escenario, los instrumentos en tasa fija en pesos perdieron protagonismo en las carteras de los inversores (e incluso bajo fuertemente su liquidez en el mercado para el caso de los bonos), lugar que fue ocupado por bonos en dólares de Duration corta y/o instrumentos a tasa fija CER. En este sentido, en sus licitaciones quincenales, el Ministerio de Hacienda no pudo continuar licitando bonos del tesoro en pesos a tasa fija (el instrumento más conveniente para un país ya que está referenciado en su propia moneda) y Luis Caputo, Secretario de Finanzas, debió conformarse con la emisión de Letes en dólares (instrumentos de corto plazo y que pagan una tasa del 3% anual en dólares).
Pero esta tendencia podría estar comenzando a revertirse. Comencemos analizando al dólar. La llegada de la fecha límite del 31 de diciembre del blanqueo en los próximos días podría continuar impactando a la baja de la cotización de la divisa norteamericana que se viene observando en la última semana. Más allá de esto, desde la apertura del cepo (con la instauración de un tipo de cambio flotante) y con la salida del default, el tipo de cambio se ha visto más influenciado por la tendencia mundial de la divisa, tal como es en la mayor parte del mundo. La fuerte apreciación del dólar va a contramano del plan de Donald Trump de hacer a Estados Unidos una economía más cerrada y con mayor producción local (un dólar más fuerte hace que los norteamericanos compren más productos del exterior con la misma cantidad de dólares), de la misma manera que también lo hacen las subas de las tasas de interés por parte de la Fed. ¿Se quedará de brazos cruzados Trump frente a esto? ¿O estaremos cerca ya de un techo en el valor mundial del dólar?
Por otra parte, los bonos con ajuste CER han tenido un importante rally alcista en el último tiempo. Bonos como el Boncer 2021 (TC21) acumulan una suba mayor al 4% desde principios de noviembre. Los inversores dudaron de que los objetivos de inflación para el año 2017 por debajo del 17% fueron alcanzables y se volcaron masivamente a la compra de estos bonos. Tan fuerte fue la suba de estos bonos que si lo comparamos con otros bonos que ajusten por inflación en la región (con países como Colombia, por citar alguno), los bonos argentinos son los de menor spread.
Con un dólar en niveles elevados y bonos con ajuste Cer con spreads bastante por debajo de los de la región, los inversores están volviendo a posar sus ojos sobre los instrumentos a tasa fija en pesos. Es que la fuerte baja que se viene observando en la tasa de inflación (las primeras semanas de diciembre estarían por debajo del 1,4% mensual según las consultoras) hace que tasas como las que actualmente pagan las Lebacs den tasas reales positivas elevadísimas (la letra a 35 días rinde en términos reales aproximadamente 6% anual). A su vez, de consolidarse la tendencia, los bonos del tesoro podrían ser un instrumento útil para consolidar estas tasas reales por un plazo más prolongado. Esto lo podemos ver en las subas de los últimos días que experimentaron bonos cortos a tasa fija como el TM18 y TS18 (con vencimientos en marzo y septiembre de 2018, respectivamente) como así también el bono con vencimiento en 2021 (TO21), con inversores buscando asegurarse retornos reales positivos por un plazo o mayor u obtener una renta por la apreciación de los mismos y su venta anticipada. Esta última fuente de ingresos a dado sus réditos, ya que en las últimas ocho ruedas estos bonos acumulan importantes subas que superan al rendimiento mensual de una Lebac: TO21 (+2,66%), TM18 (+1,87%) y TS18 (+1,65%).
Hacia adelante, se espera que las Lebacs con alto rendimiento real positivo (que a partir del mes de enero comenzaron a licitarse sólo una vez por mes según comunicó hace un tiempo el BCRA) y los bonos en tasa fija otorguen rendimientos que puedan ganarle a la inflación con un menor nivel de riesgo que el que se debe asumir invirtiendo en otros instrumentos.
Nota Publicada por El Economista – 22/12/2016