En lo que llevamos del año 2016, al momento de pensar en qué invertir su dinero los inversores parecen tener por única respuesta un sonido monocorde: Lebac, Lebac, Lebac…
Ésta característica de tener un solo activo que monopoliza en gran medida al mercado no es algo nuevo en la Argentina. Sin ir más lejos, el 2015 también estuvo signado por la monopolización de la operación de “Contado con Liquidación” o su versión aún más simplificada para obtener los dólares que fue el Boden 2015.
Muchos inversores se acercaron por primera vez a las sociedades de bolsa (ahora denominadas ALYC) para comprar y cobrar el vencimiento del Boden 2015 el año pasado. Lo mismo está sucediendo éste año con las Lebacs. Se rescata lo positivo de que en un mercado tan chico como el argentino más personas se incorporen al mercado y puedan blindar sus ahorros.
Sin embargo, la alternativa de inversión que está en boca de todos no suele terminar siendo la más conveniente. Por dar un ejemplo, el contado con liquidación subió un 14% el año pasado sin poder superar la inflación mientras que el Merval lo hizo en un 35% y bonos como el Discount (DICA) subieron más de 50% en el mismo período.
En éste sentido si hacemos el ejercicio de comparar la tasa de inflación con la tasa de Lebac a 35 días pagada en la primera licitación de cada mes (contra lo que mayormente escuchamos de que las tasas de interés le ganan a la inflación) hubiéramos perdido todos los meses (inflación enero 4,1% vs Lebac 2,62%; febrero 4%vs 2,5% y marzo 3,3%vs 3,03%).
Las altas tasas de Lebac han impactado en todos los activos del mercado local: bonos, acciones y el dólar han acusado el golpe. Pero de acá a junio es muy probable que éstas tasas de Lebac comiencen a descender, otorgando al inversor la posibilidad de comenzar a rearmar progresivamente su cartera considerando los diferentes escenarios.
Para aquellos que consideren que el dólar ya ha caído lo suficiente, existen alternativas en dólar linked como el Bonad 2016 (AO16) que rinden un 13% y vencen en octubre de éste año o el Bonar X (AA17) que paga en dólares billete y está rindiendo más de un 5% (una alternativa atractiva para colocar los dólares a menos de un año si se lo compara con la tasa de plazos fijos en ésa moneda que se encuentra a menos de la mitad).
En cambio, si la visión es que la inflación seguirá a niveles altos y con la promesa de que en mayo el Indec comenzará a publicar un índice que deje de lado las controversias, los bonos que ajustan por CER como el PARP que pagan un 5% más que la inflación recuperan su atractivo.
Por último, si la visión del inversor fuera optimista respecto del futuro de la Argentina luego de solucionarse el tema holdouts, podrían posicionarse en bonos largos en dólares como el Discount (DICA) o el Bonar 2024 (AY24) que están pagando una tasa en dólares billete superior al 7,5% y que se verían beneficiados por la caída en el riesgo país con subas adicionales de hasta el 15% medido en dólares. Inversores que compartan ésta visión, pero que posean un perfil más arriesgado, podrían aprovechar las caídas que ha habido en acciones para posicionarse de cara a la posibilidad de que Argentina sea considerado país emergente y vuelva a ser incorporado en los índices, obligando a fondos del exterior a incorporar activos argentinos. Éste escenario también podría darse por contagio de la fuerte recuperación que ha tenido el petróleo (tiene una alta ponderación en el índice Merval) y por el efecto contagio de la fuerte suba que están experimentando los activos brasileros por la fuerte crisis política y la posibilidad de destitución de Dilma.
Como se ve, existen muchos escenarios de lo que podrá pasar de acá a fin de año para el inversor por lo que salir de la visión de 35 días a una de más largo plazo (sabiendo que estamos en Argentina, tomemos largo plazo como un año vista) puede redituarle amplios beneficios. Incluso, resulta recomendable no armar un portafolio pensando en un solo escenario, sino que contemplar un mix entre ellos. Como ya lo decía la abuela, no hay que poner todos los huevos en la misma canasta.
Nota Publicada por El Economista – 13/04/2016