La curva de tipos de interés muestra las tasas que se abonan por colocar dinero a distintos plazos de tiempo. En condiciones normales, efectuar una inversión a largo plazo conlleva un mayor riesgo ya que debemos esperar más tiempo para poder recuperar el capital invertido. Debido a esto es que resulta razonable suponer que las tasas de largo plazo paguen un rendimiento mayor que las tasas de corto plazo.
Desde que Federico Sturzenegger asumió como presidente del BCRA, en todas las licitaciones de Lebac se ha presentado una situación atípica: las tasas de interés de corto son mayores a las de largo plazo. Esto es denominado por los economistas como una curva de tipos de interés invertida. El objetivo buscado por el Banco Central con esta estrategia es retirar pesos del mercado para reducir las expectativas inflacionarias. Si los manuales que indican que la emisión genera inflación funcionan (esos que durante años parecieron no agradarles a Kicillof, Vanoli, Marcó Del Pont y compañía), estar efectuando ésta absorción de pesos vía Lebac debería en el segundo semestre comenzar a hacer notar una abrupta caída en la tasa de inflación (aunque estos mismos manuales no contemplan el impacto de un reacomodamiento de precios relativos efectuado de manera simultánea como lo es el adecuamiento tarifario, quita/modificación de retenciones agropecuarias y el sinceramiento del tipo de cambio, entre otros).
Describiendo el impacto en los mercados bursátiles, Lars Tvede en su libro “Psicología del mercado bursátil” lo caracteriza como un tiempo malo para la renta variable (las tasas elevadas generan escasez de créditos financieros) y la renta fija.
Adicionalmente, una curva de interés suele también asociarse a un escenario de expectativa de una recesión futura (el dinero hoy me otorga un rendimiento mayor al que me dará mañana). Si observamos la existencia de curvas invertidas en mercados desarrollados como los Estados Unidos, desde 1965 hasta la actualidad se han presentado por un período prolongado sólo 8 veces de las cuales en 7 la economía estadounidense entró en recesión poco después. La última vez que se presentó esta situación fue en 2007 y permitió a inversores atentos evitarles sufrir la última gran crisis en el año 2008.
En Argentina podemos observar el comportamiento de las curvas de interés en distintas monedas. Es así como se observa la ya mencionada curva invertida en pesos, pero ¿en qué situación se encuentra la curva en dólares?
Y aquí nos encontramos ya con un panorama más habitual en donde los títulos públicos a mayor plazo pagan un interés mayor que los de corto. Sin embargo, en los últimos meses se observa como se ha aplanado la misma ya que títulos como el Bonar 2017 (AA17) que tenía un rendimiento del 3% en diciembre ahora rinde alrededor de un 6% (habiendo duplicado su rendimiento) mientras que en títulos más largos como el DICA el movimiento fue mucho menor (rendía 7,2% en diciembre versus lo 8,23% actuales).
Adicionalmente, Lars Tvede también describe en la obra previamente citada una situación más cercana a la actual en Argentina, cuando se presenta el caso de un banquero central que reacciona rápidamente en cuanto oye la palabra inflación: “(…) en tal caso, los tipos de interés a corto plazo pueden subir sin que los tipos de interés a largo se muevan en absoluto, o incluso aunque bajen. Esto indica que el mercado piensa que combatir la inflación de forma temprana y agresiva tendrá éxito y en tales casos una curva invertida de rendimiento es una señal para comprar acciones y renta fija a largo, en lugar de vender.”
Quedará en los inversores la interpretación del significado actual de la curva de intereses invertida en pesos para decidir cuál será la mejor forma para invertir su dinero en los próximos meses. Una vez más, la economía argentina y el impacto de sus variables resulta ser un caso de difícil análisis para los libros de estudio.
Nota Publicada por El Economista – 04/04/2016